El hígado graso no alcohólico (HGNA) es una enfermedad muy común en nuestra población, afectando al 25-45% de los adultos, siendo mayor este porcentaje en individuos con sobrepeso y obesidad. El HGNA se considera la manifestación hepática del síndrome metabólico, cuyo elemento central es la resistencia a insulina. El HGNA, en sus distintas formas, es una de las principales causas de enfermedad hepática crónica y cirrosis en la actualidad.
Durante los últimos años, la distribución de la grasa corporal ha sido reconocida como un factor de riesgo cardiovascular importante. Es por esto que para reducir la acumulación de grasa, los cambios de estilo de vida son fundamentales. Así, se ha visto que la baja de peso, mediante dieta y ejercicio, es efectiva en disminuir la grasa visceral y la grasa intrahepática. Se requiere una pérdida de peso mayor a 5-10% para lograr un beneficio. Sin embargo, independiente del método que se utilice para bajar de peso, la mayoría de los pacientes no logra mantener el peso alcanzado y recuperan el peso en un período de 12 meses.
Es por esto, que diversos estudios en los últimos años han evaluado cambios de estilo de vida considerando estrategias que no dependan de la baja de peso, sino que valoren el impacto del ejercicio aeróbico en disminuir la cantidad de grasa intrahepática. Así, las recomendaciones actuales reconocen el valor del ejercicio aeróbico en reducir la acumulación de grasa en el hígado. Sin embargo, aún no hay claridad sobre la cantidad o modalidad de ejercicio necesario para lograr un beneficio.
En un número reciente del Journal of Hepatology (Journal of Hepatology 2015 Vol. 63 J 174–182), el grupo del Dr. Nathan Johnson de la Universidad de Sydney, Australia, publica un artículo donde compara 3 esquemas distintos de ejercicio para reducir la cantidad de grasa intrahepática: un grupo con ejercicio de alta intensidad por tiempos cortos (60-70% de capacidad máxima aeróbica por 45 minutos 3 veces a la semana), un grupo de baja intensidad por tiempo mayor (50% de capacidad máxima aeróbica por 60 minutos por 4 veces a la semana) y un grupo con ejercicio de baja intensidad y tiempo corto (50% de capacidad aeróbica máxima por 45 minutos 3 veces a la semana); llevados a cabo por 8 semanas, con medición de grasa intrahepática y visceral por técnicas de resonancia magnética. Estos programas de ejercicio fueron comparados con individuos que no efectuaron ejercicio aeróbico por el mismo tiempo de seguimiento.
En lo resultados, se encontró que en todos los grupos de ejercicio aeróbico se produjo una baja significativa de la cantidad de grasa al compararlo con individuos sin ejercicio. Todos los esquemas de ejercicio fueron efectivos, no encontrando diferencias entre los grupos con distintos esquemas de ejercicio aeróbico. En aquellos individuos que realizaron ejercicio, también se produjo mejoría en otros índices de salud cardiovascular, como presión arterial, capacidad aeróbica, índice de masa corporal y circunferencia abdominal. Todos estos beneficios fueron logrados sólo con ejercicio, dado que los sujetos que hicieron estos esquemas de ejercicio no bajaron de peso en las 8 semanas que duró el período de estudio.
De esta manera, podemos observar que el ejercicio aeróbico es beneficioso en reducir la cantidad de grasa intrahepática , pudiendo realizar para ello programas que privilegien intensidad por sobre tiempo o viceversa. Aún programas de baja intensidad y bajo volumen son útiles, pero siempre considerando que deben ser a lo menos 45 minutos 3 veces a la semana. También se ha descrito, que tanto el ejercicio aeróbico como el ejercicio de resistencia son efectivos. Es así, como el ejercicio puede adecuarse a los horarios y disponibilidad de tiempo de cada persona, pudiendo utilizar un programa personalizado de ejercicio que sea más cómodo a su vida diaria.